lunes, 13 de julio de 2009

Mini o la importancia de las mascotas


Hace demasiado tiempo que no escribo en este blog. Y, precisamente, ha tenido que ocurrir algo que me ha llegado al corazón (a veces, aparentemente, tan alejado de la ciencia) para que me decida a empezar a escribir de nuevo. Cosas de la vida…


Mini es el “maxi” gato de mi hermana Lola (“maxi”, porque es enorme). Hablo de él en presente, aunque hace un día que nos dejó, porque, arriesgándome a caer en el tópico, sé que siempre estará presente en la vida de mi hermana. Quince años son muchos al lado de un compañero de dichas y desdichas.

Hace unos días, una persona muy cercana me preguntaba: “¿Por qué los seres humanos tenemos mascotas?” Yo le contestaba: “Debe ser porque anhelamos, en nuestro interior, tener un cachito de naturaleza cerca”. Quizá nos hacen recordar vagamente los instintos que hemos perdido al “civilizarnos.

Pero, con la marcha de Mini, he recordado lo más importante. Estos compañeros de vida nos dan todos los días su cariño; algo que, en esta sociedad desnaturalizada en la que vivimos, casi podríamos pensar que ha perdido su sitio. Parece que ser cariñoso o mostrar afecto no está “de moda”; la solidaridad, sí, por supuesto, pero nos resulta más fácil ser solidarios con los desfavorecidos en África que con nuestro vecino de abajo, que quizá sea de la misma nacionalidad y tenga, seguramente, otro tipo de problemas pero igualmente graves. Sin embargo, no tenemos ningún pudor en mostrar afecto por nuestras mascotas. Personalmente, salvo alguna excepción muy concreta, no me suelo fiar de las personas a las que no les gustan los animales. Para mi es casi como decir que no les gustan las personas.

Mini era un gato grande, corpulento y, más de una y dos veces, con muy malas pulgas. Si estaba de malas, mejor que no le acercaras la mano para acariciarle si no querías terminar con ella marcada. Pero si estaba de buenas, era como un gatito pequeño: mimoso, “ronroneante”, juguetón, divertido y hasta simpático. Dicen que los gatos son muy independientes y que no son cariñosos, sino que lo aparentan ser para conseguir sus propósitos (esto, por cierto, se le podría aplicar a más de un ser humano…). Estoy segura de que mi hermana no estará de acuerdo con esto último. Su relación con Mini era la que cualquiera podemos tener con uno de nuestros mejores amigos. Y el vacío que deja también es el mismo.

Es curioso lo que nos hacen sentir estos pequeños seres. A menudo me acuerdo de Chiki, la perra que teníamos cuando era pequeña; y eso que yo debía tener unos diez u once años cuando murió. Recuerdo todos mis canarios, las tortugas y hasta unos peces que me sobrevivieron solo unos meses (“Es que son muy delicados”, me decían todos). Cada uno tiene su historia y representa una etapa de mi vida. Ahora tenemos a Gus, una chinchilla con una personalidad curiosa; nunca pensé que un roedor pudiera transmitir tantas cosas: se enfada, se alegra, se agobia, “pasa” de ti, ¡te hace caso! Puede parecer que exagero y me ciega mi interés por los animales. Pero yo no los humanizo, simplemente los observo. Y eso es lo que me dan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Personalmente soy de los que me llevaría hasta las hormigas a casa para cuidar de ellas, sin embargo hay algo en los gatos que siempre me ha repelido y es "que tengan uñas". Puede parecer una contradicción y decir "pues hay que quererles omo son" pero igual que con otras cosas en la vida (icluso con las personas) hay detalles que siempre nos cuesta aceptar. Para mi el hecho de transmitir cariño y ser "bienvenido" con un zarpazo, no me sienta bien, ni en el mundo humano, ni en el animal.
Que conste que aún así, les sigo dando oportunidades cada vez que veo uno restregándose candorosamente por la pernera de mi pantalón.

Warlock

Anónimo dijo...

HOLA HERMANITA, GRACIAS POR ACORDARTE DE MINI, YO LO HAGO TODOS LOS DÍAS, AHORA ESTOY LLORANDO PORQUE NO DEJA DE DOLER, PERO SOLO UNA COSA, MI GORDI MINI MURIÓ A LA AVANZADA EDAD DE 18 AÑOS, VIVIÓ MÁS QUE LA MAYORÍA DE LOS GATOS DE ESTE MUNDO. EL OTRO DÍA LE SALVÉ LA VIDA A UNA GATITA, QUE DEBÍA TENER UNOS 20 DÍAS Y PASÓ LA NOCHE DEBAJO DE UN COCHE, LLENA DE GRASA, MUERTA DE FRÍO, ERA COMO UNA LEONA, LA LLAMÉ TINA TURNER Y LE ENCONTRÉ UNA CASA DONDE AHORA ES FELIZ Y HACE FELIZ A SU DUEÑA. POR LO VISTO ESTÁ CRECIENDO FELIZ Y NO PARA DE JUGAR.
ME ACORDÉ MUCHO DE MINI, PERO AHORA ESTÁ NICO PARA ALEGRARME LOS DÍAS. SIEMPRE TENDRÉ MASCOTAS. YO TAMPOCO ME FÍO DE LAS PERSONAS A LAS QUE NO LE GUSTAN LOS ANIMALES.
BESITOS HERMANITA, TE QUIERO.


ciao!

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