miércoles, 5 de mayo de 2010

“Una de las cualidades más importantes en un meteorólogo es su intuición”


Desde los símbolos de “sol y nube” de Mariano Medina hasta las modernas imágenes de satélite, la meteorología ha sido una de las ciencias que han generado mayor provecho a la sociedad. Pero conocemos tan poco de esta ciencia, de sus métodos y de sus profesionales, que seguimos diciendo injustamente “la culpa es del hombre del tiempo, que se equivocó”.


Una de las secciones más leídas en cualquier periódico es “El Tiempo”. Y una de las frases que más se repiten entre los ciudadanos cuando hacen planes es “¿Qué tiempo hará mañana?”; sobre todo si esos planes incluyen maletas. Es decir, que “sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”, como dice el refrán. Pero, ¿qué sabemos realmente de la meteorología? ¿Y del oficio de meteorólogo? ¿Existen empresas privadas en España que se dediquen a ello? ¿O acaso la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) cubre toda la información que aparece en los medios? Si le dedicáramos unos minutos a estas cuestiones, nos sorprenderíamos de la enorme dificultad que supone predecir el tiempo que va a hacer mañana (no digamos dentro de una semana) y de la pasión que le ponen a su trabajo los “hombres y mujeres del tiempo”.

Hemos dejado atrás un invierno “movidito” en el que han convivido las grandes nevadas con las temperaturas de manga corta en algunos casos. Y para rematar, cuando ya nos las prometíamos felices con el calor primaveral, las cenizas de un volcán islandés han “desbaratado” a Europa a lomos de un viento travieso. “¿Tú sabes que las glaciaciones están provocadas por los volcanes? Imagínate que hubiera veinte volcanes como el Eyjafjallajökull entrando en erupción. Las cenizas de esos volcanes taparían la luz del Sol y podrían cambiar totalmente el clima”. Con esa seguridad cuenta Beatriz Gigosos Sáinz, físico y experta en meteorología de la empresa MeteoGroup España, las consecuencias de lo que hipotéticamente pudo haber ocurrido hace millones de años en glaciaciones pasadas.

Uno podría preguntarse qué es lo que le pasa a alguien por la cabeza para querer trabajar en un oficio en el que todo el mundo te mira con desconfianza y donde, sea como sea, parece que siempre tendrás la culpa de lo que ocurra (o no ocurra). Pero escuchando a Beatriz, uno entiende que existe algo más que una vocación de servicio público. “Gracias a un curso muy básico de meteorología que hice siendo estudiante de Físicas y a una estación meteorológica que había en el museo CosmoCaixa, donde estuve con una beca durante unos meses, me empezó a picar la curiosidad por esta ciencia.” Allí, entre el pluviómetro (instrumento que mide la cantidad de precipitación), el heliógrafo (que mide las horas diarias de Sol), el barómetro (la presión atmosférica),…, nació su afición. Un máster en Medio Ambiente del Instituto Meteorológico (hoy, la AEMET ) terminó de darle el empujón definitivo, hasta hoy que forma parte de una de las pocas empresas de meteorología ubicadas en Madrid.

En una sociedad en la que la gente tiene afición por el fútbol, o por determinados programas de televisión, o por las redes sociales, no parece muy común la afición por la meteorología. Según Beatriz, una de las posibles razones de que no se tome muy en serio a esta ciencia en España es que no existe una titulación universitaria de grado superior, como en otros países europeos y americanos. Se accede a la profesión a través de masters. “De hecho, sólo eres meteorólogo si apruebas una oposición, que te da acceso a trabajar en la AEMET”, aclara. Desde edades tempranas, en el colegio, en el instituto, mediante talleres científicos, etc., cree que sería fácil meter a los estudiantes el gusanillo de la meteorología. Los medios de comunicación también podemos hacer mucho al respecto, más allá de la mera información meteorológica. La televisión, por ejemplo, llega a todos los hogares. “Creo que a veces se hace excesivamente largo el tiempo que emplean algunas cadenas a la información meteorológica. Es interesante cuando se explica por qué ocurren las cosas. El problema es que la gente que ve esos espacios al finalizar el informativo lo que simplemente quiere es saber qué tiempo va a hacer mañana. Habría que promocionar, también, otros espacios”, se lamenta. En algunas cadenas ya se están introduciendo explicaciones divulgativas (con más o menos ingenio) en los propios espacios dedicados a la información meteorológica, con aclaraciones sobre los porqués de las situaciones que se observan o que se espera que sucedan. Internet es otro medio de comunicación importante en lo que se refiere a la divulgación científica, y en lo meteorológico no se queda atrás. En su página web, MeteoGroup aporta su granito de arena en este sentido ya que, además de la información meteorológica, se pueden encontrar artículos donde los propios expertos explican fenómenos como ‘El Niño’ o el calentamiento global. También la AEMET publica artículos y vídeos divulgativos en su página, además de información sobre congresos y conferencias relacionados con esta ciencia. Por otro lado, existen portales en la red dedicados a ella, como Meteored.com, que añaden un toque más fresco con sus noticias y curiosidades, además de propiciar la participación del ciudadano en los foros (en los que también participan los propios meteorólogos, y no solo internautas aficionados a la meteorología), o Divulgameteo.es, página personal de José Miguel Viñas, físico y colaborador habitual de RNE en diferentes secciones de divulgación meteorológica.

Además de la pública AEMET y la mencionada MeteoGroup, existen pocas empresas en España dedicadas a ofrecer servicios meteorológicos. Borrasca está entre las más significativas, junto con Meteosim, Meteora o Meteológica. Pero, ¿cómo trabaja una empresa de estas características? ¿Qué herramientas emplea para realizar sus predicciones? Y en pleno siglo XXI, ¿de verdad es tan difícil hacer predicciones?

Reconozco que me sorprendí cuando nuestra experta me confesó que una de las principales características de un buen meteorólogo es la intuición. “Muchas veces, cuando miras imágenes de satélite debes valerte un poco de tu intuición, por haber visto situaciones similares anteriormente, de hacia dónde se van a dirigir esas masas de aire que estás observando”. Es decir, en realidad es una intuición basada en la experiencia y el conocimiento, algo muy común en el trabajo de la mayoría de los investigadores científicos. “La meteorología es una ciencia”, comenta. “Se trabaja con distintos modelos. No existe un modelo fiable al cien por cien, y hay ocasiones en que uno de esos modelos funciona mejor que otro, sin una razón aparente.” La experiencia es la que va a marcar la decisión que se tome a la hora de fiarse más de un modelo que de otro en una situación determinada.

Y eso teniendo en cuenta que nunca se van a dar dos situaciones idénticas, pero sí similares, en dos momentos diferentes.

Otras cualidades importantes en un experto en meteorología son la capacidad de abstracción y la visión espacial, imprescindibles para poder imaginar una situación en tres dimensiones a partir de las imágenes observadas en dos dimensiones (imágenes de satélite, de radar, etc.). A esto habría que añadir la capacidad para poder averiguar cómo un fenómeno atmosférico que pueda ocurrir a cinco mil metros pueda verse reflejado en la superficie. O cómo van a desplazarse los vientos en las diferentes capas de la atmósfera. La naturaleza siempre tiende al equilibrio, y por eso las masas de aire se desplazan de un lugar a otro, buscando ese equilibro entre temperaturas y entre presiones. Pero la atmósfera no es perfecta e intervienen en ella multitud de factores y variables; lo que allí ocurre es producto de la interacción del aire con el mar, con la tierra y con la biosfera, por lo que “es complicadísimo saber lo que sucede a cinco mil metros, a tres mil e, incluso, a mil”, comenta. Y añade: “Las ecuaciones de la atmósfera, con las que trabajan los modelos meteorológicos, no están resueltas.” Muchas de esas variables atmosféricas no están reflejadas en las ecuaciones por lo que, en realidad, son las simplificaciones de estas ecuaciones las que se resuelven en los modelos. Ni siquiera la alta tecnología informática es suficiente para resolver estas ecuaciones de forma exacta. “Hoy día, los mayores ordenadores que hay en el mundo se dedican al pronóstico del tiempo”. Pero no se trata sólo de un problema tecnológico en sí; según explican los expertos, las ecuaciones son divergentes: partiendo de dos situaciones atmosféricas muy similares, a largo plazo, se puede llegar a resultados completamente diferentes.

Además del mapa de isobaras, donde se puede “ver” lo que ocurre en la superficie y en otros niveles de la atmósfera, los meteorólogos utilizan como herramientas de trabajo las imágenes de satélite, las imágenes de radar y modelos que les suministran los valores de las diferentes variables (como la temperatura, la velocidad y la dirección del viento, la humedad, la temperatura de rocío, la presión,…) en distintos niveles de la atmósfera.

Izda.: Imagen del canal infrarrojo del satélite Meteosat-9, procesada para darle color.
Dcha.: Composición RGB en la que se mezclan varios canales del satélite Meteosat-9,
que nos da una idea de las características de las masas de aire y de la nubosidad.
Imágenes de las 23h del 3 de mayo de 2010. Fuente: AEMET

Estos modelos, además de utilizar las ecuaciones de la atmósfera, introducen a su vez sus propios parámetros. En esencia, un modelo meteorológico es un programa en el que se resuelven las ecuaciones físicas del movimiento, de la conservación de la energía y de conservación de masa de la atmósfera, y en el que se introducen unas condiciones iniciales que se basan en las observaciones reales de las estaciones meteorológicas. Como resultado se obtiene una red tridimensional que divide el espacio, y que da el valor de cada variable para cada uno de los puntos de esa red. Es curioso saber que un modelo de este tipo puede darnos la información futura, pero también la pasada; esta información resulta útil, por ejemplo, para conocer la tendencia de los vientos en un lugar proyectado para un futuro parque eólico. De todas las variables que se pueden obtener, las relativas al viento son las más importantes, ya que nos dicen cómo se van a mover las masas de aire, que es, en definitiva, en lo que se basa la meteorología.

La cantidad de información que se introduce en los modelos y la que se obtiene de ellos es inmensa. En España no tenemos un modelo propio, sino que participamos en uno, el HIRLAM (“High Resolution Limited Area Model”), mediante un convenio que tenemos con otros países del entorno. En la página web de la AEMET se pueden observar los distintos resultados (en forma de mapa) de este modelo, según la fecha y hora de predicción, y a diferentes niveles de altura (y, por tanto, de presión, ya que a mayor altura tendremos menor presión) en la atmósfera.

Los meteorólogos ponen mucho énfasis en aclarar un punto importante: un meteorólogo no es un adivino. Su trabajo se basa en los resultados que se obtienen de esas ecuaciones, en los mapas de isobaras (que también son predicciones a partir de unas ecuaciones); no se basa sólo en la experiencia (“entonces, sería un pastor”), sino que utiliza la ciencia para hacer sus predicciones. “Una predicción exacta en el tiempo es imposible”, comenta Beatriz, “y esto es algo que los clientes suelen entender”. Aunque no es raro que, en ocasiones, requieran información tan concreta como en qué momento preciso comenzará a nevar para tener a punto las máquinas quitanieve, por ejemplo.

A la pregunta de si creen que la sociedad es consciente del trabajo del meteorólogo, la mayor parte de ellos responde que no. “Muchos piensan que las imágenes del satélite nos dan la predicción del tiempo”, se lamentan. “Pero las imágenes de satélite son imágenes reales, no dan un pronóstico por sí solas. Se necesitan los modelos y las ecuaciones atmosféricas.”

La meteorología es una ciencia sumamente importante en nuestras vidas, casi a la altura de la medicina o de la tecnología. Puede salvar vidas, por ejemplo, cuando predice con la suficiente antelación un huracán, un ciclón o un tornado. También es fundamental saber cuándo van a producirse las olas de frío y de calor. Las grandes nevadas, con sus problemas sociales añadidos (aislamiento, problemas de tráfico, accidentes,…) tienen en los meteorólogos a su mayor enemigo, ya que proporcionan la información necesaria para que administraciones públicas y empresas privadas puedan prevenir las situaciones de emergencia. En definitiva, se trata de un servicio público. “Es una profesión dura, en la que se trabaja mucho. Pero al mismo tiempo, es muy interesante y continuamente estás aprendiendo cosas nuevas. Es un mundo fascinante.” ¿Y qué les motiva a los meteorólogos? “Acertar en un pronóstico. Que el cliente te llame y te diga que lo has clavado”.



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