Artículo publicado el 13 de junio de 2013 en Materia, escrito por José Manuel Fernández, JAE- Postdoc en el Instituto de Ciencias Agrarias (CSIC) y miembro de la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI/Precarios)
Sólo soy una de esas personas que en su momento decidieron dedicarse a la investigación, un caso entre otros muchos. Cada día me afano en estudiar cómo emplear los residuos de nuestras ciudades para recuperar suelos agrícolas que han sido sobrexplotados y conseguir, al mismo tiempo, secuestrar carbono para ayudar a reducir el calentamiento global. A simple vista mi trabajo puede parecer poco rentable, o no, depende de si hablas en términos de dinero o de futuro. Yo creo que ambos son compatibles.
Hace dos años que volví a España tras casi tres de postdoctoral en una de las mejores universidades de Estados Unidos. Atrás quedaban muchos esfuerzos, logros y alguna oferta en otro país para continuar mi trabajo. Pero la decisión estaba tomada, era hora de volver y construir algo más estable en el lugar donde me dieron la oportunidad de formarme y empezar. La maleta la traía llena de ilusión, proyectos de colaboración, nuevas ideas y sobre todo, ganas de ayudar a sacar esto adelante.
Cuando aterricé la situación ya era mala, pero nada parecía anunciar la caída libre que estaba a punto de comenzar. Llegó, tarde y recortado, el Plan Nacional -principal fuente de financiación de los proyectos en este país- y con él los primeros grupos en quedarse sin financiación. Tampoco fue mejor para los proyectos que se aprobaron. Todavía hoy no han recibido los fondos para poder empezar. Algunos pensaron que quizás la próxima vez sería mejor, pero ahora saben que la convocatoria de este año ni siquiera se resolverá en 2013. Mientras, desde la Secretaría de Estado de I+D+i nos repetían que había que hacer “más con menos”. Lo que no explicaban era cómo hacer “más con nada”.
Como siempre, la peor parte sería para los jóvenes, el eslabón más débil de la cadena. Las convocatorias para reincorporar jóvenes talentos, como el Programa Ramón y Cajal, salían con casi un año de retraso y un recorte superior al 30%. Era solo cuestión de tiempo que esto estallara. Con la resolución de estos cajales aparecieron los primeros casos de científicos con espectaculares currículos que se quedaban fuera. Habrá muchos más. Es la consecuencia lógica de disfrazar como “búsqueda de la excelencia” un recorte indiscriminado. De la etapa pre y postdoctoral casi mejor no hablar. Las convocatorias autonómicas comenzaron a desaparecer, seguidas de las del CSIC y de la eliminación, sin explicación alguna, del programa postdoctoral. Y así, poco a poco, empezamos a dejar marchar a los mejores de cada generación.
Miro a mi alrededor y veo caer los puntales que sostienen un sistema de investigación que llevó años levantar. Y me duele, pero no por mí. Al final nosotros somos afortunados. Hemos recibido una preparación que nos permitirá optar a puestos en otros países. Nuestras familias están más que acostumbradas a lidiar con la distancia. Saldremos adelante. No, eso no duele, lo que duele es el engaño.
Duele ver cómo se esfuerzan en darle vueltas a unas cifras testarudas para vender a la sociedad que este país apuesta por la investigación mientras los recortes llegan ya al 40%. Duele que un señor diga que trabajar en Europa no es salir de casa y sea incapaz de ver que el problema no es ese. El problema es que trabajaremos en otro país y todos los proyectos, financiación y avances que se obtengan se quedarán allí, mientras España -que pagó nuestra formación- se limitará a seguir poniendo dinero, estancada en la cola del desarrollo.
Duele cuando los ministros se empeñan en usar expresiones como “movilidad exterior” o “espíritu aventurero” y tú sigues despidiendo a compañeros que se marchan a ocupar puestos en universidades extranjeras. Sabes que no volverán, no les van a engañar de nuevo con falsas promesas. Una cosa sí es cierta, no hay “fuga de cerebros”, no se escapan a escondidas. Es un exilio obligado.
Era precisamente Severo Ochoa, nuestro nobel en el exilio, quien decía: “Un país sin investigación es un país sin desarrollo”. No podemos seguir rescatando el presente de unos pocos a costa de sacrificar el futuro de nuestra sociedad.
Hoy vuelvo a mirar la maleta con la que llegué, la que estaba llena de sueños e ilusiones. Ahora está vacía, ya casi lista para que la vuelva a llenar e ir allí donde pueda seguir haciendo algo tan simple como mi trabajo. Pero antes de que eso pase, no me voy a quedar callado, quiero intentar una vez más que lo entiendan. Por eso, este viernes os invito a salir también a la calle y decir que esto nos duele, que basta de juegos de palabras, que estamos todavía a tiempo, si de verdad se quiere.
Este viernes 14 de junio, bajo el lema “¡Salvemos la Investigación: con I+D+i hay futuro!”, distintos colectivos del mundo de la ciencia convocan una manifestación en Madrid y actos en ciudades de toda España para pedir al Gobierno que deje de jugar con el futuro de este país y apueste de forma seria y decidida por la I+D.
texto: José Manuel Fernández (en Materia)
edición: Inma Luque
imagen #sinCiencia: Enrique Herrero (en Naukas)
imagen #14jsalvemoslainvestigacion: http://conimasdmasihayfuturo.com/
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1 comentario:
interesante post. saludos
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